Famosa sobre todo por el santuario, lugar de culto de las gentes del Egeo, la isla conserva espléndidos testimonios de sus conjuntos públicos y privados.
Según un mito narrado por Homero, Apolo, nació en Delos, una pequeña isla del Mar Egeo, en el archipiélago de las Cicladas. Latona, la madre del dios, hubo de buscar durante mucho tiempo un lugar donde dar a luz al hijo de Zeus, pues todas las tierras del Egeo la rechazaban temiendo las represalias que podía tomar Hera. Sólo Delos le ofreció hospitalidad, y allí, a orillas del lago Inopo, junto a una palmera, nacieron los gemelos Apolo y Artemisa.
Delos debe su notoriedad sobre todo al santuario de Apolo, que fue un importante lugar de culto de las gentes del Egeo.
En la edad clásica se convirtió en el punto de referencia de una anfictionía, o sea, una confederación de ciudades, surgida, con el objetivo de salvaguardar intereses políticos y religiosos de varias comunidades.
Se trataba de una alianza basada en la defensa de un templo, en este caso el de Apolo. En la isla se celebraban cada cinco años las delias, grandes fiestas religiosas en honor a Apolo, en las que se celebraban competiciones gimnásticas, hípicas y musicales.
Como todo lo que concernía al culto, estas festividades estaban bajo la superintendencia directa de los magistrados atenienses.
Muy pronto, el predominio de la capital del Ática influyó en todos los aspectos de la vida social y política de Delos.
Durante las guerras Persas, en el siglo V a.C., la isla se convirtió en el centro de la liga Delio-Ática, que reunía a las ciudades marítimas de Grecia y a casi todas las islas del Egeo, bajo la guía de Atenas, y se confió a Delos el tesoro de la liga, puesto bajo la protección de Apolo.
Atenas, que entretanto se había convertido en la potencia hegemónica, hizo trasladar el tesoro federal de Delos hasta la capital del Ática, bajo la protección de Atenea Políade. De todos modos, este episodio no disminuyó la importancia religiosa que asumió el santuario, dado que, en el 426 a.C., un edicto ateniense estableció que estaba prohibido nacer o morir en la isla consagrada a Apolo.
Para ello se procedió a la purificación de Delos, y los restos de la necrópolis fueron transportados a una fosa común en el islote vecino de Renea, donde debían dirigirse las mujeres delias para dar a luz. Sólo se salvaron las sepulturas arcaicas de los primeros colonos, consideradas sagradas.
Hacia mediados del siglo III a.C., bajo la protección de los reyes macedonios, Delos se convirtió en un floreciente centro no solo religioso, sino también comercial.
Cuando en el 166 a.C., Roma derrotó al reino de Macedonia, restableciendo la supremacía ateniense en la isla, toda la población fue expulsada y reemplazada por colonos atenienses. De todos modos, Delos siguió siendo centro de una densa red comercial, pues, con la finalidad de penalizar a Rodas, Roma creó allí un puerto franco. Gracias a su posición geográfica, la isla se convirtió en una etapa obligada de tráfico comercial entre Occidente y Oriente.
De este modo se fue poblando de mercaderes y de banqueros procedentes de Grecia y de la península itálica, pero también de Siria, de Egipto y de Asia Menor, que con sus capitales exportaron también sus cultos.
Delos se convirtió así en el mayor puerto del Mediterráneo, pero su fortuna no duró mucho tiempo. En el 88 a.C., fue saqueada por Mitrídates, que mató a 20.000 hombres, hizo prisioneros a las mujeres y a los niños y posteriormente, en el 69 a.C., llegó la devastación final por obra de los piratas.
La isla fue abandonada definitivamente, y de nada sirvió el intento de Atenas de ponerla en venta en tiempos de Adriano, pues no se encontró ningún comprador, Pausanias narra que en la isla desierta sólo quedaron los guardianes del santuario.
Meta de viajes y de estudios hasta 1400, Delos, con sus ruinas, comenzó a recuperarse gracias a las campañas de excavación de la Escuela Francesa de Atenas, que a partir de 1872, propiciaron el descubrimiento del antiguo lugar de culto, que se remonta a época micénica, en la elevación del Cinto.
A estos descubrimientos se sumó el hallazgo de importantes obras de arte, sobre todo de época arcaica, como la estatua de Artemisa dedicada a la diosa por Nicandro de Naxos y la Niké, tal vez obra de los escultores Arquemo y Miquíades de Quíos.
FUENTE: El maravilloso mundo de la Arqueología - itinerarios - Delos