La vida de Valeria Messalina, ejemplo proverbial de desenfreno, nos ha sido transmitida por los autores clásicos con todo lujo de detalles.
Así habla el historiador griego Dión Casio en su Historia romana: "En aquella época, Messalina llevaba una vida desenfrenada y obligaba a otras mujeres a seguir su ejemplo. Tomaba bajo su protección y llenaba de espléndidos regalos a quienes la seguían, y ordenaba la muerte de todo aquel que no se adhería a aquella vida de escándalos".

También historiadores latinos de gran autoridad, como Suetonio, Plinio el Viejo y Tácito, han trazado en sus escritos un retrato de Messalina tan poco edificante que su nombre sigue siendo sinónimo en la actualidad de mujer disoluta y cruel.
Descendiente de Augusto, nacida en el 25 d.C., Valeria Messalina fue la tercera mujer del emperador Claudio.
Tras unirse con él en matrimonio en el 40 d.C., a muy temprana edad, cuando Claudio tenía 30 años más que ella, le dio dos hijos: Octavia, futura mujer de Nerón, y Británico.

Los autores clásicos, y particularmente Dión Casio, han descrito con riqueza de detalles la vida adúltera que Messalina llevaba en la corte.
Al parecer, durante un período bastante largo, la mujer logró esconder su conducta a su marido. De ella se cuentan continuas traiciones que cometió mientras Claudio, por orden de ella era distraído por las esclavas.
Era numerosa la lista de mujeres obligadas por Messalina a imitar su comportamiento, y si alguien rehusaba encontrarse entre sus protegidos o amantes o, aún peor, si desaprobaba su vida desenfrenada, corría el riesgo de ir al exilio o de terminar en el patíbulo.
La conducta de Messalina fue muy pronto de dominio público. Según Dión Casio, el emperador, por temor a su esposa, no se rebelaba ante una situación que lo convertía en el hazmerreir del Imperio, e incluso se sometía a cualquier capricho de la mujer.
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Messalina y Silio |
Es difícil pensar que la causa de la ruina de Messalina, fue precisamente una pasión amorosa.
Tacito escribe "Se había enamorado tanto de Silio, el más ambicioso de los jóvenes romanos, que lo obligó a repudiar a su mujer Junia Silana, perteneciente a la alta nobleza, para poder tener a su amante sólo para sí".
Pero el amor de Messalina por Cayo Silio no era tan desinteresado. En él vio la mujer la posibilidad de obtener el poder del que Claudio siempre la había apartado, y de reinar en nombre de su hijo Británico, al que Silio, una vez convertido en esposo y después de eliminar a Claudio, habría podido adoptar. Aprovechando una larga ausencia del emperador, Messalina se unió con Silio en un matrimonio que constituyó una farsa.

Pero un liberto fiel a Claudio, llamado Narciso, muy odiado por Messalina, llegó hasta el emperador que estaba regresando a Roma, y lo advirtió de la grave amenaza que se cernía sobre su vida.
Para Claudio ésta fue la gota que rebalsó el vaso. De nada sirvieron los intentos de su esposa de conmover a su furibundo marido, con sus súplicas que no fueron escuchadas. Pero el carácter de Claudio no era tan firme, de hecho, no pasó mucho tiempo hasta que el emperador comenzara a pensar que podía recibir de nuevo a su esposa.
Frente a este primer signo de piedad, Narciso, que conocía perfectamente el carácter dócil del soberano, ordenó sin titubeos la ejecución de Messalina.
La consorte del emperador fue alcanzada por los sicarios en los jardines de Lúculo, que ella misma había arrebatado ilegalmente a un tal Valerio Asiático, y murió ante los ojos de su madre.
Apenas tenía 23 años. La noticia llegó hasta Claudio mientras comía, quien no mostró perturbación alguna; de todos modos, tan solo 6 años después, él también correría la misma suerte envenenado a voluntad de su última mujer Agripina.
FUENTE: El maravilloso mundo de la arqueología - Personajes - Messalina - Planeta De Agostini
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