Llamada también peste bubónica o muerte negra, su momento de mayor virulencia tuvo lugar a mediados del siglo catorce, entre 1347 y 1350, período en que la Peste Negra se cobró la vida de un cuarto de la población europea.
Un mal traído de Oriente
Su expansión tuvo lugar justo en el momento en que las rutas comerciales hacia Asia estaban en pleno auge.
La Peste Negra vino por esos caminos; todo comenzó en Messina, en octubre de 1347, cuando atracaron en el puerto barcos cuya tripulación estaba muerta o infectada.
La enfermedad no tardó en expandirse por toda Europa, para el año 1352 ya se había cobrado veinticinco millones de vidas.
Las condiciones en que vivía la gente de aquel entonces, y el poco conocimiento de esta nueva enfermedad crearon las condiciones perfectas para su proliferación.
Todo empezaba con fiebre muy alta acompañada por inflamaciones muy dolorosas de los ganglios de las axilas y la ingle, estas protuberancias fueron llamadas "bubas", de ahí deriva el nombre de la enfermedad Peste bubónica.
La gente no encontraba explicación ni remedio para semejante calamidad y los enfermos agonizantes, tanto fueran hombres, mujeres o niños, eran aislados y abandonados a la buena de Dios.
No faltaron las purgas contra los judíos, acusados de envenenar el agua, y también cayeron en la hoguera brujas y doctores, acusados de proliferar la enfermedad para su propia ganancia.
Pero nada calmaba la furia de la peste, el miedo se adueñó de la gente, calles enteras fueron clausuradas con cadenas, los vecinos se enfrentaban unos con otros, el pandemonio era tal, que los padres abandonaban a sus infectados y para mal de peores, se desató una ola de crímenes, saqueos y suicidios que invadió toda Europa.
La Iglesia adjudicaba los males a la "Ira Divina", vaticinando la llegada del Apocalipsis, mientras en París una convención de científicos llegaban a la conclusión de que la Peste se debía a la conjunción entre Saturno, Júpiter y Marte.
La gente se agolpaba en las iglesias para pedir por su vida y sus enfermos a cualquier santo que tuviera influencia en la enfermedad.
No faltaron los grupos de flagelantes que iban por las calles semidesnudos golpeándose entre ellos para purgar sus pecados ente la llegada del Juicio Final.
La Peste Negra y los cambios en la sociedad
Si bien los primeros tiempos fueron los peores, la Peste Negra, siguió apareciendo durante más de doscientos años en las ciudades más pobladas de Europa, un ejemplo fue Venecia que fue atacada más de veinte veces por la peste, hasta que desapareció en 1577. En Messina, los brotes siguieron hasta 1743, cuando murió la mitad de sus habitantes, Barcelona también sufrió sus embates y Londres tampoco fue la excepción cuando en el brote de 1665 la peste dejó sesenta mil muertos.
La plaga no hacía diferencias entre ricos y pobres, los gobernantes y poderosos, huían de las ciudades a sus villas o castillos en el campo y la gente que no podía hacerlo, se encerraba en sus casas tapiando las ventanas, mientras por las calles el funebrero gritaba ¡Traigan a sus muertos!
La peste trajo cambios grandes en la sociedad de la europea de la época, ésta se vio afectada fundamentalmente, por la disminución drástica de la población rural, que tardaría doscientos años en llegar a los números del siglo catorce. Al escasear la mano de obra, los campesinos pudieron negociar con sus señores desapareciendo así el sistema feudal.
Nuevos Brotes: se encuentra la cura
A fines del siglo diecisiete, misteriosamente, la Peste Negra, desapareció como había venido.
Los embates de un nuevo brote se dieron en 1855, pero esta vez en lejanas regiones de China.
A finales del siglo diecinueve, más precisamente en 1895, golpeó fuerte a Hong Kong y de ahí pasó a la India, donde en una década mató a seis millones de personas.
En ésta nueva fase, los barcos fueron de nuevo los protagonistas de la expansión de la Peste Negra por Australia, Sudáfrica, Japón y América, donde era desconocida.
Pero esta vez la ciencia estaba más preparada. En 1894, el doctor Alexander Yersin, había identificado a la bacteria culpable de la peste, bautizada Pasteurella pestis, mientras que en la India, un médico francés que ayudaba en los momentos de la epidemia, descubrió que dicha bacteria pasaba de las ratas al hombre por intermedio de las pulgas.
El descubrimiento sirvió para evitar los contagios masivos, ya que las ratas fueron ferozmente combatidas y los ataques bajaron considerablemente. Sin embargo el mal continuó hasta la década de 1940, cuando se descubrieron los antibióticos.
La enfermedad se presenta en tres formas, de las cuales la bubónica es la más leve, las otras dos (neumónica y septicémica) son más graves y requieren un tratamiento urgente, internación y aislamiento.
Conclusión
Irónicamente, el hombre es el único primate que sufre el acoso de las pulgas. Tal vez las ropas y los rincones de las viviendas sean la madriguera ideal para estos insectos. Dentro del género humano, las mujeres son las víctimas preferidas, los científicos sospechan que puede deberse a un factor hormonal, y concluyen que es una buena línea de investigación. Pero no hay voluntarias para el experimento.
Fuente: Revista Nueva
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