UN DÍA EN LOS BAÑOS ROMANOS

Las poblaciones romanas necesitaban una buena provisión de agua, no sólo para beber, sino para los baños, que jugaban un papel importante en la vida romana.

Tanto los hombres como las mujeres visitaban los baños por lo menos una vez al día; la entrada era barata, y a menudo, gratis.

Los baños eran una combinación de piscinas, baños sauna, gimnasio y club social. Solamente en Roma, durante el siglo I d.C. había 170 termas y con el paso del tiempo se fueron construyendo más.

Baños públicos romanos en Bath, Ingalterra

Los baños se calentaban con un horno subterráneo, que enviaba aire caliente hacia arriba, a través de conductos en las paredes, cubiertos por mosaicos.

Cerca de la entrada de los baños, estaban los vestuarios donde los bañistas dejaban sus ropas. Luego había una serie de habitaciones calefaccionadas. La de más calor, era la lacónica, casi como el cuarto de vapor de un baño turco, de la cual los bañistas salían para nadar en un baño fresco, el frigidarium.



Después del baño, los romanos se untaban el cuerpo con aceite de oliva, que luego quitaban raspándose con un estregador curvo de bronce, el estrígil.



Rodeando los baños había paseos techados y espacios para deportes tales como los juegos de pelota y atletismo. 




Muchos baños contaban con tiendas de vinos y comidas, algunas tenían hasta bibliotecas, donde los amigos podían sentarse a conversar sobre los temas del día.


FUENTE: Grandes Civilizaciones - Antigua Roma - Editorial Sigmar



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