FILIPO II DE MACEDONIA: BREVE SEMBLANZA DE UN CONQUISTADOR

Las virtudes y flaquezas de Filipo

Filipo, nacido en Macedonia hacia el 382 a.C., sería, después de medio siglo de que aquella región fuera un estado inestable cuyos reyes se asesinaban los unos a los otros, el monarca que le daría unidad y la engrandecería. Y, que además, llegaría a superar el particularismo de las ciudades-estado del sur, uniéndolas, aun contra su voluntad, por la astucia política y por la fuerza militar, en un proyecto de nación.

Filipo II de Macedonia


A diferencia de los anteriores monarcas del país, caudillos indómitos de escasa cultura, Filipo, que había pasado parte de su infancia y de su juventud como rehén en Atenas y Tebas, era un hombre culto. Sobre todo conocía las tácticas de la estrategia militar, que lo llevarían a ser el primer gran gobernante de Macedonia y, más tarde, a liderar Grecia entera.

Imagen de Filipo II en una medalla de la victoria


Filipo volvió a su región convertido en un hombre de gran talla y fuertes miembros, con una semi-cultura que lo convertía en una sabio entre los rudos pastores de su tierra, poseedor de una astucia que le habría de valer el sobrenombre de "El Zorro", cazador infatigable y guerrero intrépido, con una gran inteligencia y una falta total de escrúpulos. Como buen macedonio, era de temperamento desenfrenado y por tanto carecía de moderación y autodominio.

Expanción de Macedonia a la muerte de Filipo


Practicaba con fogosidad los ejercicios violentos, sobre todo la caza, comía hasta la saciedad y no tenía reparo en aparecer embriagado en pleno día.
Sin embargo, sus méritos superaban a sus vicios: la destreza política, la clara visión y la audacia singular le eran innatas, sumadas a un valor a toda prueba.

Demóstenes


Además, poseía el poder de la simpatía que le posibilitaba ganar el afecto de sus amigos y la admiración de sus enemigos, como es el caso de Demóstenes, enemigo acérrimo que tanto lo fustigó en sus discursos, pero que, al conocerlo, no dejó de expresar: Para conquistar el poder y el éxito ha perdido un ojo, tiene un hombro roto y un brazo paralizado. ¡Y todavía no hay quien pueda hacerlo poner de rodillas!


FUENTE: Grandes Biografías - Alejandro Magno - Imaginador

SHLIEMANN, TROYA Y EL TESORO DE PRÍAMO QUE NO FUE

Donde hoy se encuentra la ciudad de Hissarlik, los troyanos de la Ilíada lucharon, con sus dorados yelmos, liderados por su héroe Héctor, contra los aqueos de Agamenón, liderados por Aquiles, ya ya sabemos como terminó todo.

El tesoro de Príamo, en la foto Sofía la mujer de Schliemann luciendo las joyas


Esta historia, de como Troya fue sitiada, vencida y conquistada, originó más de una leyenda. Los historiadores no están seguros de que la guerra contada por Homero haya existido en realidad. Pero el mito se encargó de hacerla cierta.

Exhibición del famoso tesoro de Príamo


En 1870, un comerciante alemán llamado Heinrich Schliemann, aficionado a la arqueología, vendió todas sus pertenencias y comenzó a cavar en Hissarlik en busca de las sagradas ruinas. Más de 20 años dedicó a esta tarea, pero sus esfuerzos no fueron inútiles.

Primero, halló restos de una urbe que no era la de Homero. Cuatro ciudades aparecieron sucesivamente bajo la pala del arqueólogo. Cuando exploraba las ruinas de la más antigua de ellas en 1873, tropezó con una fabulosa riqueza: era el tesoro de Príamo.

Retrato de Heirich Schliemann


Schliemann no dudó y le regaló las supuestas joyas de Helena a su joven esposa, Sofía que se hizo fotografiar con ellas. Ahora ese gesto se hubiese considerado un despojo, pero aquellos eran otros tiempos, donde aún no se había establecido la intangibilidad de la propiedad cultural de los pueblos.

La fortuna de los troyanos fue guardada por muchos años en Berlín, pero las guerras y las invasiones suelen ser una buena oportunidad para el pillaje, y en 1945, el oro de Príamo desapareció sin dejar huellas. Sólo quedaron las viejas fotos de la esposa de Schliemann cargada de diamantes.

Sofía luciendo las joyas



En 1994, en la galería reservada del Kremlin, en la antigua Unión Soviética, fueron hallados dos cofres con marcados con una gran equis en color blanco; esto no pareció raro ya que los comunistas habían depositado en las abarrotadas catacumbas numerosas obras de arte cuya existencia ni se sospechaba.. En esos cofres de metal estaba todo lo que Schliemann encontrara en la antigua Troya.

Ya se sabía, sin embargo, que lo que había descubierto el aventurero alemán no eran las ruinas de la ciudad cantada por Homero. Era una ciudad posterior, mucho más grande que aquella sitiada por los aqueos, y que fuera conquistada gracias al ingenio de Ulises.

El tesoro de Príamo una de las primeras fotografías tomadas 


El tesoro de Troya, entonces no era el tesoro de la mítica Troya. Sin embargo la leyenda pesó más que la historia, y cuando las joyas de Moscú fueron finalmente exhibidas en 1995, se las siguió llamando "el tesoro de Príamo", como el primer día en que las descubrió Schliemann.


FUENTE: Troya, las huellas del tesoro - Colección Conozca Más

TESEO, EL LABERINTO Y EL MINOTAURO

Teseo

Teseo era hijo de Egeo, rey de Atenas. El niño fue educado por su madre hasta los dieciséis años, y luego enviado a Atenas para hacerse reconocer por su padre. Después de muchas aventuras, llega al lado de Egeo.

Teseo y el Minotauro


El Minotauro

Era la época en que Minos, rey de Creta, vencedor de los atenienses, que regía en Cnosos, había impuesto a la ciudad sometida un pesado tributo anual: siete varones y siete doncellas.

Estos cautivos eran entregados como alimento al Minotauro. Este, nacido de la unión de Pasifae, esposa de Minos, y del dios del mar Poseidón, era un monstruo de cuerpo humano y cabeza de toro.

Teseo y el Monotauro


El Laberinto

Minos lo había encerrado en un edificio construido por el arquitecto Dédalo, formado por una red de corredores tan complejos y tan sombríos que quien en él penetraba, jamás podía salir: el Laberinto. Era allí donde vivía el Minotauro y donde devoraba a las víctimas.

Para poner fin a este azote, Teseo se embarca voluntariamente con los jóvenes designados. Llegado a Cnosos, se encuentra con Ariadna, la hija de Minos, que se enamora de él y le entrega un grueso ovillo de hilo. Ella le aconseja que lo desenrolle a medida que avance por el Laberinto.

Una vez encerrado en el antro del monstruo, Teseo logra matarlo con sus puños, según otras versiones con la ayuda de una maza o de una espada, y acierta a encontrar la salida del Laberinto gracias al ovillo, trayendo con él a los cautivos.


Teseo y el Minotauro

EL FARO DE ALEJANDRÍA: LUZ DEL MUNDO ANTIGUO

La ciudad de Alejandría poseía notables edificios, pero ninguno alcanzó la fama del faro, destruido por un terremoto en el siglo XIV d.C.

Faros, isla situada frente a la rama occidental del delta del Nilo, pasó a la historia como el lugar que dio nombre a las torres equipadas con luces de avistamiento para los navegantes.



En el 332 a.C., Alejandro Magno derrotó a los persas y ocupño Egipto. Desde Menfis, al sur de El Cairo, se dirigió hacia el oasis de Siwa, para consultar al oráculo de Amón. Al pasar frente a la isla, vio la pequeña aldea de Rhakotis, que se extendía sobre una estrecha franja de tierra entre el mar y un vasto lago interior, llamado Mareotis, y decidió que fundaría allí una nueva ciudad. De este modo nació Alejandría de Egipto, una de las numerosas ciudades que adoptaron el nombre del conquistador macedonio, pero ciertamente una de las más poderosas y afortunadas.



Alejandría creció rápidamente y se enriqueció con monumentos que aun siguen vivos en la memoria: la célebre biblioteca, el Sema (es decir, el Mausoleo de Alejandro, desaparecido bajo el mar) y el Museo, un edificio de tipo monástico que albergaba gratuitamente a literatos y científicos.

Alejandro, que quería crear un puerto capaz y seguro, unió la tierra firme con la isla de Faros, que quedó vinculada a la ciudad mediante un largo dique que formó dos ensenadas.



Los fondos eran bajos, ricos en bancos de coral, y para recalar, las naves necesitaban una guía. Así, en el sustrato calizo de Faros se inició la construcción de la gran torre de señalización. No está totalmente claro quien fue el promotor de la obra y no se conoce el nombre del arquitecto que llevó a cabo los trabajos.

Éstos comenzaron probablemente bajo Tolomeo I Sóter (305-282 a.C.) y concluyeron bajo Tolomeo II Filadelfo (282-246 a.C.). Según las fuentes, la construcción de la torre la pagó un cierto Sóstrato de Cnido, a quien iba dedicada, que era un diplomático o un rico mercader.

Los escritores antiguos han dejado noticias acerca de su construcción, de sus dimensiones y de su funcionamiento. Su silueta se reprodujo varias veces en monedas, esculturas y mosaicos, y el propio edificio fue reproducido, aunque en menor escala, en otros faros construidos en la cuenca del Mediterráneo, en Ostia y Ravena en primer lugar.



La torre, enteramente revestida en mármol, se levantaba sobre una poderosa terraza rectangular, de 340 m de longitud, defendida por fuertes estructuras. La construcción era tripartita. El cuerpo inferior era de planta cuadrada, con lados de unos 30 m, y se levantaba unos 60 m o, según otras fuentes, 70m, y su perímetro se reducía progresivamente hacia arriba. En el interior de la torre había una larga serie de espacios con bóveda, que formaban un ininterrumpido hueco que se desarrollaba a lo largo de todo el edificio. Esta primera estructura terminaba en una amplia terraza, en cuyos ángulos se encontraban cuatro estatuas de tritones.



A partir de esta terraza se levantaba el segundo cuerpo, una torre de planta octogonal, más estrecha, de unos 30m de altura. En el tejado del segundo cuerpo se erigió una estructura circular, que sostenía la "linterna" propiamente dicha, donde se encontraban las instalaciones de iluminación,un pabellón sostenido por columnas que terminaba con un tejado cónico. Finalmente, en la cima había una estatua de Zeus Sóter, es decir, salvador de los navegantes.

Todos aquellos que han reconstruido de forma ideal el edificio le atribuyen una altura global superior a los 110m. Con la pirámides de Keops y Kefrén, el faro de Alejandría fue durante mucho tiempo el edificio más alto del mundo.



La torre luminosa se vio dañada por primera vez por un terremoto hacia el 700 d.C. Fue parcialmente reconstruida por los árabes, pero otros sismos, los más graves de los cuales se produjeron en el siglo XIV, la derribaron.

En 1480, el sultán mameluco Kait Bey hizo construir sobre los cimientos del faro un fuerte que, a pesar de las agresiones del tiempo, aun marca el lugar donde en otras épocas despuntaba la impresionante construcción.


FUENTE: El maravilloso mundo de la arqueología- misterios- el faro de Alejandría- Planeta DeAgostini.




JULIA DOMNA: EMPERATRIZ Y DUEÑA

Culta, inteligente y ambiciosa, Julia Domna puso todas sus cualidades al servicio del poder, por el que sacrificó incluso su sentimiento materno.

Septimio Severo, que reinó entre el 193 y el 211, fue le primer emperador romano que abandonó una concepción del poder entendido como deber y responsabilidad de actuar en el interés de todos, para abrazar los principios inspiradores de la monarquía absoluta de tipo oriental.



Al lado de Septimio Severo, una mujer inspiró y guió esta transformación, Julia Domna, nacida en Siria en el 158 d.C., en la ciudad de Emesa. Esta ciudad a parte de un gran centro comercial, era también (y valga la redundancia) el centro del culto del dios Sol, al que se adoraba bajo la forma de una piedra negra, un meteorito caído del cielo.

La piedra se llevaba en procesión y en torno a ésta se celebraban uniones simbólicas entre el dios y las fuerzas de la naturaleza, una especie de rito orgiástico. El culto era prerrogativa de una antigua familia de reyes-sacerdotes, parcialmente romanizada, que había asumido el cognomen de Bassus, transcripción de un termino sirio que significaba sacerdote.



Cuando las ciudades sirias obtuvieron la ciudadanía latina, esta familia fue agregada a la Gens Julia. La princesa, que asumió el nombre de Julia Domna (traducción del sirio martha, es decir, dueña), era una fiel adoradora del dios de su familia, y siguió siéndolo durante toda su vida.

Con su cultura, su aguda inteligencia y su notable belleza, como indican sus numerosos retratos,la princesa atrajo la atención de Septimio Severo cuando éste no era más que un simple comandante de legión.



Las bodas se celebraron en el 187 d.C., cuando Severo era procónsul de la Galia. El matrimonio fue el feliz encuentro entre dos mentes lúcidas, ambiciosas, dispuestas a luchar duramente por el poder. El emperador, bajo la influencia de Julia, se inició en los misterios del dios solar de Emesa.

Aunque algunos historiadores de la época describieron a la emperatriz como cristiana, es probable que su parcial tolerancia frente a la nueva religión se debiera a su interés general por el misticismo oriental, como lo demuestra la elección de la nodriza y del pedagogo de sus hijos Caracalla y Geta, de declarada fe cristiana. En realidad, la religiosidad de Julia Domna se caracterizaba por una propensión muy fuerte a la mezcla de elementos distintos extraídos de varias religiones.



Una vez obtenido el poder supremo, la familia imperial comenzó a presentarse a si misma como una dinastía divina. El emperador aparecía como el sol y Julia como la luna. Las monedas de la época la representan como madre de la patria, del Senado y de los soldados, como principio de riqueza, fecundidad y abundancia.

Las estatuas, la presentan bajo la apariencia de Venus, Juno, Diana o de las diosas orientales Tanit e Istar. En el 197, la familia imperial visitó Egipto; donde fue adorada por los sacerdotes, Julia como Isis y Severo como Osiris.

Julia Domna hizo construir en Roma una nueva casa impeiral, el Septizonio, en cuya fachada aparecían imágenes astrológicas y signos místicos. Pero en el palacio se estaba implantando la discordia y la infelicidad. Plautiano, compatriota de Severo, se enfrentó con Julia y con los sirios de su séquito. La controversia se transformó en desafío mortal.

Septimio Severo


Plautiano acusó a la emperatriz de infidelidad y, a pesar de que la investigación promovida por Septimio la exculpara, Julia hubo de refugiarse en Atenas, donde creó un salón literario frecuentado por los más importantes filósofos e intelectuales de la época. Con el apoyo del joven Caracalla, Julia regresó de su breve exilio y en el 205 logró, con una conjura palaciega, difamar a Plautiano, quien fue inmediatamente muerto por Caracalla y sus guardias.

Fue la venganza de la emperatriz, pero también el inicio de nuevas desventuras. La hostilidad entre Caracalla y Geta, sus dos hijos, se había transformado en odio abierto, y los padres habían intentado en vano reconciliarlos. En el 210, Caracalla atentó tanto contra la vida de su hermano como contra la de su padre, enfermo y adoleciente, que falleció en el 211 de muerte natural.

Caracalla


En la lucha entre ambos hermanos, el vencedor fue Caracalla, quien, mediante un engaño, logró que su madre convocara a Geta para luego asesinarlo entre sus brazos. Julia sufrió serias heridas, y aún nutriendo un odio profundo por su hijo mayor, nunca lo demostró.

La emperatriz, fiel a su papel divino y al poder antes que a sus sentimientos de madre, se transformó en una incansable administradora y secretaria imperial. Siguió a Caracalla en sus viajes hasta los confines más remotos del imperio. El joven emperador se complacía en imitar al gran Alejandro, comiendo con los soldados, marchando a pie y durmiendo con ellos. Julia se ocupaba de aspectos más concretos: pensaba y discutía las leyes, e intentaba hacer cuadrar los balances del estado, que se encontraban en crisis a causa de las pesadísimas cargas que suponían los caudales con los que su hijo sostenía el ejército.

Julia fue, tal vez, la autora principal de la Constitutio Antoniniana de civitate, con la que la ciudadanía romana se extendía a todos los habitantes del imperio; de este modo, según la versión de los opositores políticos de la familia, estos nuevos romanos se veían obligados a pagar nuevos y sustanciosos impuestos. Caracalla viajó y combatió en Alemania, en Retia, en Panonia, en la tierra de los Balcanes, posteriormente en Anatolia y en Egipto, y luego en el frente Oriental donde en el 214 las legiones se empeñaron en una extenuante y ruinosa campaña contra los partos.

Recreación actual del aspecto que tendría Julia Domna


También el favor de los soldados empezaba a disminuir. En el 216, Caracalla fue muerto en un complot urdido por Macrino, un viejo partidario de Plautiano que se había salvado de las "purgas" de Julia. Según el historiador griego Dión Casio, Julia que tenía por aquel entonces 65 años, padecía de cáncer de mama.

Cuando supo la noticia del asesinato de su hijo mayor, la emperatriz, después de años de lucha, se dio muerte. Acaso la Gran Anciana del imperio había presagiado la llegada, en los años venideros, de uno de los períodos más oscuros para el estado romano, en los que la propia idea del poder habría de ser casi completamente anulada por la anarquía militar.


FUENTE: El Maravilloso Mundo de la Arqueología - Personajes - Julia Domna - Planeta DeAgostini


MAUSOLEO DE HALICARNASO: LA TUMBA DE MAUSOLO

Para los romanos, la palabra "mausoleo" ya significaba lo que hoy significa para nosotros: una gran tumba monumental. La palabra deriva del sepulcro del rey Mausolo, que fue rey de Caria, en Asia Menor, desde el 377 hasta el 353 a.C. y, al mismo tiempo, satrapa, es decir gobernador local para el rey de Persia.


Por sus dimensiones y su excepcional decoración de esculturas, está considerado como una de las siete maravillas del mundo antiguo. En la actualidad sobreviven del mismo tan sólo algunos vestigios; la trinchera de cimientos, excavada en la roca, una cámara funeraria inferior, varios fragmentos arquitectónicos esparcidos por todas partes sin ningún orden y un grupo de espléndidas esculturas que se conservan en el British Museum de Londres.

Pero, ¿cuál fue la historia de este gran monumento? Mausolo, hijo de Hecatomno de Milasa, se había casado con su hermana Artemisa y había trasladado la capital de su reino hasta una ciudad de la costa, Halicarnaso, la actual Bodrum,en Turquía. Precisamente durante los trabajos para la construcción de la nueva ciudad, se empeñó en erigir un colosal monumento funerario. En un primer momento, el Mausoleo se identificó con el monumento sepulcral de Mausolo y su mujer, mientras que hoy se tiende a considerar que se erigió en memoria de los Hecatómidos.



La construcción


Los trabajos tuvieron lugar, con toda probabilidad, entre los años 370 y 350 a.C. Mausolo murió en el 353 a.C. y Artemisa en el 351 a.C. Según la Historia Natural de Plinio el Viejo, la fuente más autorizada y completa acerca del Mausoleo, en las esculturas que adornaban el complejo habían trabajado los artistas más hábiles de la época: Briaxis, Timoteo, Leócares y el gran Escopas. Cara uno de ellos se había ocupado de las estatuas de uno de los lados, situadas entre las columnas.



Combinando los datos de las excavaciones con las informaciones de Plinio el Viejo, hoy podemos hacernos una idea de esta maravilla desaparecida. La tumba presentaba una planta rectangular, 38 x 32 m. El gran podio se levantaba sobre tres enormes escalones, decorados con largas hileras de estatuas que representaban escenas de batallas. Sobre el basamento se erigía un peristilo de 36 columnas con capiteles jónicos, alternados con estatuas colosales. Las columnas sostenían un techo en forma de pirámide de 24 escalones superpuestos, en cuya base había hileras de grandes leones. En la cima superior había un enorme carro arrastrado por cuatro caballos.


El Mausoleo en el tiempo

El Mausoleo permaneció intacto hasta el siglo XIII, cuando un tremendo terremoto destruyó su parte superior. El golpe de gracia se produjo a finales del siglo XV, cuando la orden de los Caballeros de San Juan decidió restaurar el castillo de Bodrum, la antigua Halicarnaso. 



El monumento fue utilizado como cantera de piedra para el castillo. Gran parte de la esculturas y de los elementos arquitectónicos de la fabulosa construcción terminó en enormes hornos para la fabricación de cal.

El castillo había decretado, por una parte, la destrucción del Mausoleo, pero por la otra guió a los primeros expertos en la reconstrucción de este gigantesco puzzle. De hecho, algunos de los espléndidos relieves habían sido salvados e incluidos en los muros del fuerte. Allí los vio el embajador inglés en Estambul, en 1846, y obtuvo el permiso para separarlos y llevarlos a Londres.

En 1856, Charles T. Newton, jefe del departamento de antigüedades del Britich Museum, se encontraba en Mitilene,en la isla de Lesbos, como vicecónsul inglés, y desde ahí organizó una gran expedición de excavación.



Con gran disgusto encontró los signos de las grandes destrucciones. Pero fue lo bastante afortunado como para descubrir, a lo largo del antiguo recinto del Mausoleo, un gran cúmulo de esculturas y fragmentos arquitectónicos derrumbados y olvidados por los vándalos.

De este cúmulo se recuperaron fragmentos de estatuas colosales, entre las cuales destacaban los restos de un gran caballo que aún presentaba las bridas originales de bronce, perteneciente al carro que coronaba el monumento.

También había dos estatuas que, según Newton, podían representar a Mausolo y Artemisa, así como muchos leones y una cabeza del dios Apolo. Las esculturas y los muchos fragmentos arquitectónicos fueron obviamente trasladados a Londres, donde estaban a salvo de otras posibles devastaciones.



En otras excavaciones emprendidas entre 1966 y 1967 por una misión turco-danesa se halló la trinchera de los cimientos del monumento, permitiendo de este modo reconstruir su planta y sus dimensiones.

Por otra parte, se descubrió, encajada en la base, una cámara funeraria. A pesar de los numerosos hallazgos, son muchos los misterios que siguen envolviendo los restos del Mausoleo.










BABILONIA Y SUS JARDINES COLGANTES

De entre las siete maravillas del mundo antiguo, los célebres jardines colgantes de Babilonia es la que se escapa de un modo más obstinado a los arqueólogos. La historia de los jardines fue narrada por cinco escritores del mundo griego, pero Herodoto, que visitó Babilonia, no los cita en ningún momento.



Por otra parte, ningún texto antiguo en escritura cuneiforme ha confirmado su existencia. En consecuencia, los jardines siguen siendo un misterio. El escritor que más los cita es Beroso, un sacerdote de Marduk, probablemente un caldeo que nació hacia el año 350 a.C. Beroso escribió la Babiloniaka, libro destinado a hacer entender a los griegos que los babilonios no eran unos bárbaros. El libro, que desgraciadamente se ha perdido, fue recordado y citado por otros escritores.



De este modo Flavio Josefo escribió que los jardines fueron construidos por Nabucodonosor: "en su palacio hizo levantar elevaciones de piedras formadas como montañas, que cubrió con todo tipo de árboles. Además, tenía un llamado paraíso colgante, plantado porque su mujer, originaria de Media, lo deseaba, como una costumbre de su propio país".



Antes que él, el historiador Diodoro de Sicilia había proporcionado una descripción más detallada: los jardines se asemejan a un teatro, con una pendiente de terrazas escalonadas, gruesos muros de soporte, galerías subterráneas y un tejado impermeabilizado mediante juncos, betún, ladrillos, argamasa y plomo.



Quinto Curcio Rufo, Estrabón y Filón de Bizancio refieren otros detalles. Para este último, el tejado estaba suspendido sobre una rejilla de troncos de palmera, que se marchitaban sin romperse y en los que penetraban las raíces de los árboles situados sobre los mismos.



Además, existía un complicado sistema hidráulico que llevaba el agua hacia arriba y la distribuía en canales de riego. Es difícil entender cuantas de entre estas complejas descripciones fueron transmitidas por antiguas fuentes históricas o bien si fueron un pretexto para proponer las complejas y fantasiosas soluciones de ingeniería, a menudo totalmente teóricas, que contribuyeron una moda típica del período helenista.



Excavando el palacio de Nabucodonosor II, Robert Koldewey propuso una solución posible. Había encontrado en el perímetro del palacio los restos de una extraña construcción con bóvedas macizas y parcialmente construida con piedra y dotada de un extraño sistema hidráulico acaso destinado a llevar el agua a los pisos superiores.



La idea fue propuesta como una hipótesis, pero pronto se hizo popular, y en la actualidad se invita a los visitantes de Babilonia a admirar lo que queda de los famosos jardines. Pero la idea no convenció a los expertos. 



El edificio de Koldewey era, probablemente, una estructura administrativa (como lo testimonia el hallazgo de tablillas escritas) y la localización propuesta contrasta con una información precisa de Estrabón, quien situaba los jardines cerca de la orilla del río, donde el acceso al agua no constituía un problema. Otros investigadores han propuesto como alternativa que los jardines colgantes estaban situados entre el palacio, en el oeste, y el recodo del río.


FUENTE: El maravilloso mundo de la arqueología- Misterios - Jardines Colgantes - Planeta DeAgostini

EL COLOSO DE RODAS; MITO O REALIDAD HISTÓRICA?

Sigue siendo un misterio de que manera el escultor del Coloso pudo resolver los problemas de perspectiva y de estabilidad que la gigantesca estatua planteaba.

El famoso Coloso de Rodas, una de las 7 Maravillas del mundo antiguo, es uno de tantos misterios de la historia que no dejan dormir a los arqueólogos, tal es así que cada vez que sale una noticia de que se podrían encontrar restos del fantástico monumento, causa un revuelo en todos los medios internacionales.



El Coloso y su historia

Después de la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), la isla de Rodas se vio envuelta en las luchas desencadenadas entre sus generales; por razones comerciales, Rodas decidió inclinarse por Tolomeo, que reinaba en Egipto, contra Antígono Monoftalmo, jefe de los antigónidos.

En el 305 a.C., fue asediada por Demetrio, hijo de Antígono, denominado Poliorcetes (en griego "expugnador de ciudades"), estratega y apasionado constructor de máquinas de guerra. Pero un año después, a pesar del empleo de 40.000 soldados, 30.000 obreros, 200 barcos de guerra y 170 cargas de transporte, el asedio resultó inútil, y Demetrio renunció.

Como una muestra de agradecimiento a Helios, el dios Sol, protector de Rodas, los habitantes confiaron al escultor Cares de Lindos, alumno del gran Lisipo, la realización de una enorme estatua de bronce. La obra fue financiada precisamente revendiendo las máquinas de guerra abandonadas por Demetrio en la isla.



La estatua, medía con su base, unos 36 m, algo menos que la estatua de la Libertad de Nueva York, a la que, según sus imaginarios hoym debía parecerse en cierto modo.

La creación de una estatua de bronce de más de 30 m de altura planteó a Cares problemas técnicos tan graves que aún en la actualidad parecen insolubles. La estatua fue colada, pieza por pieza, en grandes secciones superpuestas. A medida que el Coloso crecía, se levantaba a su alrededor un enorme montón de tierra, una especie de rampa que permitía a los artesanos subir y trabajar en la obra.



Cares sabía perfectamente que la estatua tendría notables problemas de perspectiva; era tan alta que, vista desde abajo, su tórax, sus brazos y su cabeza habrían resultado raquíticos. En consecuencia, era preciso construir la parte superior del cuerpo en proporciones mayores, poco naturales. Pero, a su vez, ello habría aumentado su peso y disminuido su estabilidad; de hecho, la estatua no resistió al desafío del tiempo.



En realidad, no se sabe que forma pudo tener. Las fantasías renacentistas y alguna película mitológica nos muestran a un gigante con las piernas separadas sobre la entrada al puerto, pero es inverosímil que la estatua pudiera sostenerse de ese modo.

Tal vez se asemejaba a lagunas estatuas del dios Helios que se erigían en el mismo período. Lo cierto es que la obra no tuvo fortuna. En el 226 a.C. fue abatida por un terremoto que quebró sus rodillas. Sus fragmentos
permanecieron en el suelo, a la entrada del puerto, durante unos nueve siglos.



En el 654 d.C., con la invasión árabe, la isla fue conquistada y saqueada. Dado que el bronce representaba todavía un notable capital, los restos del Coloso fueron embarcados y transportados a Siria; según la tradición, los mercaderes que llevaron el tesoro para ser refundido debieron organizar una enorme caravana de 900 camellos