Cuando, en el 218 a.C., se declaró la Segunda Guerra Púnica, en España,el ejército de Aníbal, compuesto por cartagineses, númidas, íberos y galos, se abrió camino hacia el norte y, en pleno invierno, atravesó los Alpes para invadir Italia. Al necesitar aprovisionamiento, Aníbal marchó sobre Cannas, al sur de Italia, en el año 216 a.C. Allí en el centro de la región de Apulia, se encontraba un gran campamento de legiones romanas. Aníbal instaló el suyo en la orilla derecha del río, al sur de Cannas.
Los romanos venían de ser derrotados dos veces por los cartagineses. Por consiguiente, el Senado reunió el ejército más grande que hasta el momento Roma había puesto en pie, a las órdenes de Publio Emilio y Varrón, dos cónsules que estaban al mando un día cada uno, por turno.
Durante tres días, solo se libraron escaramuzas, ya que, Publio Emilio, con más experiencia que Varrón no aconsejaba un ataque al descubierto. Pero el cuarto día Varrón, seguro de su supremacía numérica, da la orden de comenzar la batalla y los ejércitos se dispusieron en orden de combate.
Los romanos contaban con 80.000 infantes y 6.000 jinetes, dos veces más que los efectivos de los cartagineses. Varrón dispuso el ejército a la manera clásica romana, una línea en vanguardia que precede a una gran falange de infantes en líneas cerradas, flanqueada por la caballería romana a la derecha y la aliada a la izquierda.
Aníbal dispuso a sus íberos y galos en formación de medialuna, con la parte convexa orientada hacia el enemigo. En cada extremo colocó a sus reservas de cartagineses. Su flanco derecho estaba protegido por su caballería pesada al mando de Asdrúbal, mientras que la caballería ligera númida operaría libremente a su derecha, en terreno descubierto, lejos del río.
El verdadero combate comenzó, cuando Aníbal, dio la orden a su caballería pesada, situada a su derecha, de atacar a la caballería romana al mando de Publio Emilio. El choque fue implacable, a lo largo de las dos orillas del río Aufide (hoy Ofanto). La élite del ejército romano no tardó en ser dominada y rechazada.
Publio Emilio,llevó entonces a sus legiones al combate. Sofocados en medio del polvo, los romanos y la infantería aliada avanzaban codo a codo tras una muralla de escudos, conteniendo la línea de vanguardia de íberos y galos. Gracias a su número, empujaron y rechazaron a la formación de medialuna de Aníbal y, persuadidos de una victoria fácil, se lanzaron sobre un centro aparentemente dislocado.
Mientras tanto, la caballería númida del flanco derecho cartaginés, cargó contra la caballería aliada al mando de Varrón, que fue desordenada y puesta en fuga.
Aníbal esperó a que las legiones avanzaran hacia el interior de su medialuna y después lanzó su infantería cartaginesa, que aplastó a los romanos en una maniobra de flanqueo. Delante de los desafortunados romanos, los íberos y galos que habían abierto el combate regresaron al mismo. El cerco se completó en la retaguardia con la llegada de la caballería de Asdrúbal, que acudió desde el flanco izquierdo para cortar la única retirada posible que les quedaba a los romanos.
Aníbal hizo que entraran en acción sus 40.000 infantes y sus 10.000 jinetes, que estrecharon el cerco de tal forma que los romanos no tenían espacio siquiera para empuñar sus espadas, sufriendo grandes pérdidas.
Tito Livio y Plutarco calcularon el número de muertos en 50.000, mientras que Polibio estimó la cifra de 70.000.
Con unas pérdidas que no superaban los 6.000 hombres, Aníbal infligió a los romanos una aplastante derrota y eliminó a una buena parte de la clase dirigente de la República, Publio Emilio fue una de las víctimas pero, ironías del destino, Varrón, el culpable de este desastre, resultó ileso.
FUENTE: Grandes Batallas de la historia del mundo - Editorial Rombo