Como ya sabemos, la mitología griega enumera varios puntos geográficos por donde se podía ingresar al inframundo. Si bien las entradas al Hades eran visibles, ingresar a él no era tarea fácil para los vivos, ni siquiera para héroes de la talla de Heracles, Orfeo, Teseo y Piritoo, quienes fueron de los pocos que pudieron acceder con vida a los infiernos.

Para entrar a Hades era necesario cruzar el río Aqueronte, para esto se debía afrontar a nuestro personaje de hoy, el barquero Caronte, cuya barca, hecha de pedazos de corteza era el único medio de transporte en aquellas aguas oscuras e insalubres.

Caronte era un genio infernal, hijo de Erebo y de las Tinieblas y hermano de la Noche. El eterno cometido que le asignó el dios Hades rey del inframundo, era el de transportar las almas que se concentraban en las orillas del río, cerrando el paso a los vivos que por laguna razón intentaban atravesarlo.

Tenía un aspecto siniestro, con barba blanca y espesa. Virgilio lo describe en la Eneida como un hombre repugnante a la vista, de ojos llameantes, cubierto con un sucio manto que pendía anudado sobre sus hombros. Su actitud era despectiva y brutal: con el remo alejaba las sombras o las dirigía a su barca inprecándolas gravemente y llenándolas de insultos, y era implacable en cuanto a los que no tenían derecho a usar su transporte.

Para su trabajo exigía de los difuntos el pago de una moneda, llamada naulum; quien no pagara estaba condenado a errar sobre las orillas del río durante 100 años antes de poder llegar al Hades. Por éste motivo, en la antigua Grecia, dejar un cuerpo sin sepultura era el mayor de los ultrajes. Por otra parte, si no se depositaba en la boca del muerto, o en su tumba una moneda, el difunto sería rechazado por Caronte.

FUENTE: El maravilloso mundo de la arqueología - Mito de Caronte - Planeta DeAgostini
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