Cuando hablamos de la Torre de Londres, nos viene a la memoria la imagen de una prisión donde terminaban sus días prisioneros políticos, herejes o simples personajes molestos para la Corona.
Si bien esto es cierto, la famosa Torre no fue solo cárcel sino también la residencia del rey y su corte. Tal es el caso de Ana Bolena una de sus más ilustres huéspedes, fue en este lugar donde un enamorado Enrique VIII la recibió con toda la pompa, quien se iba a imaginar que tres años después la pobre Ana perdería la cabeza en donde un día fue su casa.
Tampoco es una sola: se trata de una construcción central (la Torre Blanca) rodeada por jardines y varias torres más pequeñas unidas entre sí.
¿Cuándo se construyó?
Su construcción fue una de las primeras órdenes que dio Guillermo El Conquistador, cuando fue coronado, allá por el año 1066, y fue Eduardo I, doscientos años después, quien mandó a edificar a su alrededor el cordón de fortalezas y torres.
Presos Ilustres
Ana Bolena (quien fue encerrada en la Torre de la Reina) no fue la única esposa de Enrique VIII que murió decapitada ya que Catalina Howard, su quinta esposa, también sufrió el mismo destino con igual sentencia: adulterio.
La Torre Sangrienta también fue escenario de uno de los más terribles crímenes de la corona inglesa: el de los dos pequeños príncipes Eduardo V (heredero del trono) y su hermano Ricardo allá por el año 1483, que se supone fueron asesinados por orden de su tío, Ricardo III.
Aunque siempre fueron usadas como prisión y cámara de torturas, fue en la época de los Tudor y Estuardo cuando las Torres tuvieron su mayor actividad.
Por ejemplo, sir Tomas Moro, fue el primero de una seguidilla de fieles católicos que dejaron su vida allí, luego de negarse a abjurar del Papa, cuando Enrique VIII rompió con Roma.
Más tarde les tocaría el turno a los protestantes, con la llegada al trono de María Tudor, apodada Bloody Mary (injusticias de la historia, ya que su padre Enrique VIII mandó degollar a varios de sus enemigos y no lleva ningún apodo). Durante su reinado también debió pasar una breve estadía en la Torre su hermana y sucesora Isabel.
Las condiciones de vida en las prisiones no fueron siempre las mismas para todos, sir Henry Wyatt, quien estuvo preso por orden de Ricardo III estuvo a punto de morir de hambre, si no fuera por un gato que se hizo amigo y todas las tardes, según la leyenda, le llevaba una paloma.
El aventurero sir Walter Raleihg, favorito de Isabel I, pasó diez años encerrado en la Torre, pero él tenía una habitación con muebles, donde pudo escribir su "Historia del Mundo". Pero esto no lo salvó de ser decapitado por orden del rey Jacobo I quien se lo quería sacar de encima.
La ceremonia de la decapitación, todo un "espectáculo"
Cuando un reo era candidato a la decapitación salía de la Torre camino al Westminster Hall, donde se dictaba la sentencia, acompañado por el verdugo quien llevaba su hacha al hombro. Durante el camino de regreso, la gente se enteraba si habría "espectáculo" o no, según donde apuntaba el hacha del verdugo, si el filo señalaba al prisionero había ejecución y la gente prefería ver un hachazo verdadero, antes que cualquier obra de teatro, las cuales eran suspendidas si coincidían con alguna de estas sentencias.
El reo era sacado de la Torre con mucha ceremonia y llevado al patíbulo, que se alzaba a gran altura para que el pueblo pudiera ver bien la ejecución.
Un proverbio que decía "Hay un solo camino de salida de la Torre, y es el que lleva al patíbulo", y tuvo vigencia hasta 1760. El último prisionero ejecutado allí fue un conde, reo de un delito común. Sin embargo, la Torre siguió recibiendo algunos prisioneros, incluso en el siglo pasado, cuando el dirigente nazi Rudolf Hess fue prisionero allí por unos días.
Las Joyas de la Corona
Si bien en el siglo XVII la Torre dejó de ser la residencia real, allí se guardan todavía las Joyas de la Corona.
Actualmente viven allí los alabarderos o guardias del rey (Yeomen Warders), los postulantes para este cuerpo de elite, deben ser oficiales con veinte años de antigüedad que posean la medalla por servicios prestados y buena conducta. Entre otras tareas, son los encargados de cuidar las Joyas de la Corona, ya que la casa de las joyas no solo guarda la Corona Imperial del Estado, sino toda clase de reliquias que fue acumulando la monarquía británica durante siglos. La Torre Blanca alberga, a su vez, la colección de la Armería Real.
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