Adriano y Antinoo: La historia de amor entre un emperador y su esclavo

 Adriano el emperador viajero

 Adriano, quien habría nacido en Itálica, dentro la Hispania Romana, al que desde niño se le apodó "el pequeño griego" por su admiración por el mundo heleno, estuvo al frente del imperio entre los años 117 y 138 d.C.
Su reinado el Imperio vivió tiempos de paz y prosperidad, estimuló las artes, reformó las leyes, afirmó la disciplina militar y visitó todas las provincias en persona.


Adriano conoce a Antinoo

Fue en uno de estos viajes cuando conoce a un joven esclavo bitinio, no se sabe bien en cual de los viajes a la región de Bitinia, Asia Menor, (hoy Turquía), fue que conoció al joven efebo de quien se decía contaba con una gran belleza, ya que Adriano viajó en varias ocasiones a dicha región. Por otro lado Páncrates de Alejandría se encargó de poetizar el encuentro entre el emperador y el bello efebo, quien lo traslada al desierto de Libia,  cierta vez que un león estaba presto a atacar a Antinoo, el animal es lanceado por el emperador, salvando así la vida del joven y en el lugar donde cayó la sangre de la fiera vencida, brotó el antinóeios, una hermosa flor de loto roja.
El tema es que desde que Adriano conoció al joven Antinoo, fueron inseparables, el esclavo efebo lo acompañaría en todos sus viajes.
Su debilidad por la cultura griega, no pasaba desapercibida en la Roma de aquellos tiempos, por eso el perfil que se habían formado de él los romanos incluía la pederastia al estilo ateniense, donde las relaciones entre un erastés, o tutor, y su erómenos, joven alumno, comprendía todos los aspectos de la vida desde la educación militar hasta la vida sexual del más joven.



La prematura muerte de Antinoo

Fue en uno de estos viajes que sucedió la tragedia, cierto día que viajaban por el caudaloso río Nilo, en una de sus visitas a Egipto, el emperador vio con sus aterrados ojos, como su favorito, el bello Antinoo se sumergía en las aguas del río para nunca más salir. La muerte del joven efebo causó gran pesar en el emperador, quien lloró a lagrima viva la muerte de su compañero. 

De esclavo a Dios

Si bien no se sabe el motivo por el cual Antinoo murió ahogado, hay quienes dicen que se habría suicidado y otros que fue un autosacrificio que el bello efebo habría hecho para que el emperador tuviera un largo reinado, el tema es que el  dolor de Adriano, hizo que el nombre de Antinoo, desde el momento de su muerte, fuera imborrable a lo largo de los siglos, ya que hizo erigir monumentos y estatuas con su nombre, llegando a imponer un culto al joven esclavo como si fuera un dios. En el lugar donde se ahogó, fundó una ciudad a la que llamó Antinoópolis, a cuyos habitantes  concedió  numerosos privilegios. En toda la región oriental del imperio quedaron rastros de su culto, tal es así que en Egipto llegó a suplantar al dios Osiris, quien también había muerto en el Nilo, a nivel iconográfico.



Muerte de Adriano

Adriano falleció ocho años después, el 10 de julio de 138, a causa de una insuficiencia cardiaca. El carácter de Adriano, y su salud , nunca se recuperaron a la muerte de Antinoo. Cuando murió, el Senado estuvo a punto de someterlo a una damnatio memoriae, un juicio formal destinado a borrar todo rastro de su existencia, pero su sucesor, Antonino Pío, lo impidió de manera extrema.


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