La Sexualidad de Alejandro Magno

 Mucho se a hablado y escrito sobre la sexualidad de uno de los personajes más famosos, y controvertidos de la historia universal; de Alejandro Magno se ha dicho que era homosexual, bisexual, heterosexual y hasta travesti, lo cierto es que su persona se mezcla mucho con la leyenda y el mito.


Bagoas, el amante persa de Alejandro Magno

Se le conocen amantes varones que mantuvo durante su vida que le costaban tanto las críticas como el beneplácito de sus coetáneos, tal es el caso del eunuco Bagoas, quien fuera reconocido amante del rey persa Darío III. Este había sido castrado en su niñez, de excepcional belleza y talentoso para la danza, fue utilizado como moneda para concretar la paz con Alejandro, quien lo recibió para su servicio personal y, más tarde se convertiría en su amante al que alguna vez besó en público en la boca. Esta relación siempre fue un tema de desacuerdo para los historiadores: Mientras que algunos lo pintaban como un servicial amigo y amante del rey, otros lo catalogaban como intrigante, aprovechado y retorcido. De una forma u otra, Alejandro lo había instalado en una villa a las afueras de Babilonia y todos los oficiales y cortesanos le rendían honores, a pedido del rey. Su relación era conocida y aceptada entre sus tropas. 


Hefestión, ¿amigo inseparable o amante?

Pero sin lugar a dudas la relación más famosa y quizás la que más se le criticó fue la que tuvo con su más íntimo amigo y oficial de su caballería, Hefestión, sólo rota por la muerte de éste, que fue llorado por Alejandro con desesperación y honrado tras su deceso como a una divinidad, fue comparada con la de Aquiles y Patroclo y considerada, más que una profunda amistad, una amorosa ligazón. Y hay muchas razones para que esto fuera así.

Soltero, al ser coronado rey no se le conocía ninguna pasión por mujer determinada ni poseía, como era común en los príncipes, hijos naturales de mancebas o concubinas. Esto había sido una preocupación tanto para Filipo II su padre, como para la reina Olimpia su madre, quienes en su juventud llegaron a contratar una costosa hetaira llamada Kallixeina para despertar su interés por las féminas, cosa que no tuvo los resultados esperados.

Las esposas de Alejandro

Pero su gusto por el cuerpo masculino no le impidió tener varios matrimonios heterosexuales, Roxana de Bactriana fue una de sus esposas, con ella tuvo a su hijo Alejandro IV de Macedonia, que nació en el 323 a.C., seis meses después de su muerte. Estateria, hija del rey Darío III de Persia, y Parisatis, hija de Oco, convirtiéndose así en defensor de la poligamia. También entre sus mujeres se cuenta a Barcine, viuda del comandante Memnón, quien era su concubina y de esta relación nació su hijo Heracles en el 327 a. C.

Sin embargo, aunque se cuenta que la relación que tuvo con Roxana fue muy apasionada, el fuego se fue apagando y las visitas del rey al harén fueron cada vez más espaciadas, mientras que los otros matrimonios fueron meramente políticos; mientras sus dos relaciones homosexuales, con Bagoas y Hefestión se dieron como seguras, cosa que no sería considerada como desfavorable para su moralidad, porque en los ejércitos, y sobre todo en los espartanos, se buscaba la formación de este tipo de parejas de amantes para que se socorrieran mejor el uno con el otro en el combate, al mediar la unión amorosa y sexual entre ambos.







Alejandro y la destrucción de Persépolis...¿Venganza u Orgía desenfrenada?

 Luego de haber tomado Susa, Alejandro partió hacia Persépolis, al llegar se encontró con un obstáculo bastante difícil de pasar, la Puertas Pérsicas, un paso considerado inexpugnable, ya que el sátrapa que la defendía había hecho construir un muro desde el cual los persas atacaban al ejército macedonio arrojando enormes rocas.

El secreto de como cruzar semejante obstáculo lo obtuvieron de un pastor al cual habían hecho prisionero; había un sendero por el cual se podía rodear el desfiladero, lo que hicieron los griegos tomando por sorpresa a la guarnición persa, que al verse desbordada huyó hacia las montañas.

Alejandro en el Palacio de Darío

Con la ciudad ya tomada, Alejandro se aposentó en el magnífico palacio, que era una obra de arte en si mismo, con sus columnas de alabastro y sus bajorrelieves de la gran escalinata de entrada, que mostraba a portadores de tributos para ofrendar a su constructor, Darío el Grande. Se sabe que el palacio real de Persépolis fue destruido por un incendio promovido por Alejandro, quien encabezó una orgía dionisíaca junto a la cortesana Tais.

Sin embargo otros afirman que fue una meditada acción de venganza, que tenía su origen en los destrozos que en Grecia habían hecho los persas cuando la invadieron, tales como haber asolado la Acrópolis de Atenas.

También se dice que la ira de Alejandro viene, al ver a los miles de esclavos griegos que habían sido hechos prisioneros cuyos cuerpos mutilados daban una macabra visión. Diodoro relata el cruento suceso de esta manera:

Todos estaban mutilados. A algunos les faltaban las manos, a otros los pies y a otros las orejas y la nariz. Se trataba de hombres que habían ejercido artes u oficios y que estaban bien preparados; luego de seleccionados les amputaban las extremidades que no eran indispensables para su trabajo y sólo les dejaron aquellas de las que dependía su tarea.

Se dice que Alejandro muy triste por ellos les ofreció transporte para que pudieran volver a sus hogares, a lo que los prisioneros se negaron, ya que no querían volver a su patria transformados en monstruos repulsivos. Entonces les asignó una aldea y todo lo necesario para que pudieran tener una buena subsistencia.

Sea cual fuere la causa, justificada o no, lo cierto es que del magnífico palacio solo quedaron recuerdos tras el paso de las llamas. También se sabe que al entrar a Persépolis, Alejandro dio permiso a sus tropas para que la saquearan por un día, lo que era algo completamente normal por aquellas épocas. Lo extraordinario es que Alejandro, al entrar a otras ciudades consiguiera que no se lanzaran al tradicional saqueo. Lo que si se sabe es que al obtener las inmensas riquezas de las ciudades persas Alejandro repartía su botín desde el oficial hasta el último soldado.

Lo que si debemos acotar es que según investigaciones historiográficas, se sabe que antes del incendio que provocaría la destrucción del palacio, Alejandro había hecho retirar todo el tesoro encerrado en el, que según lo narrado por Plutarco, fue conducido en 20.000 mulas y 5.000 camellos. Ese incendio no sería entonces el acto de un monarca enloquecido por el alcohol, sino la decisión política deliberada de un sagaz rey.


Fuente: Alejandro Magno Pasión, poder y heroísmo. Grandes Biografías-Editorial Imaginador


 

La Revolución Bolchevique o Revolución de Octubre

 La entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial fue el comienzo de una larga época de desastres. Los muertos y heridos, las dificultades de abastecimiento en retaguardia y la incapacidad de los mandos del ejército para llevar a cabo una guerra moderna, combinados con el malestar social debido al hambre y a las condiciones de vida de gran parte del pueblo ruso que era predominantemente campesino y vivía casi en condiciones  feudales  resquebrajaron definitivamente la autoridad del zar, quien no fue capaz de ver las necesidades de un pueblo que ya no daba más.


La destitución del zar Nicolás II y el ascenso de Lenin

En marzo de 1917 (febrero en el calendario Juliano) la Duma destituyó a Nicolás II y trató de crear una república liberal burguesa. Sin embargo, el descontento por la prolongación de la guerra y la habilidad de los revolucionarios radicales llevaron al fracaso del reformista Alexandr Kerenski y a la toma del poder por Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, en noviembre de aquel año (Revolución de Octubre por la fecha en el Calendario Juliano).


La revolución, que había triunfado fácilmente en Petrogrado y Moscú, fue extendiéndose más lentamente al resto del país, gracias a las disposiciones del gobierno bolchevique para atraerse el favor del pueblo: el 8 de noviembre (26 de octubre según el Calendario Juliano), se publicaron dos decretos, uno de ellos denunciando los tratados secretos con las potencias aliadas y haciendo una urgente convocatoria de paz, y el otro expropiando las tierras de la iglesia y los grandes terratenientes en favor de los campesinos. Pocos días después se hizo lo mismo con las grandes empresas industriales. El 15 de noviembre se promulgó la Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia, con la que se pretendía poner a favor de la revolución a los miembros de las nacionalidades no rusas del Imperio.

El tratado de Brest-Litovsk

El 22 de diciembre comenzaron en Brest-Litovsk las conversaciones de paz con las potencias centrales. En febrero del año siguiente fueron suspendidas las negociaciones. Pero una nueva ofensiva, ante la que el nuevo estado soviético fue incapaz de oponer resistencia, forzó a la firma de la paz, el 3 de marzo de 1918, en unas condiciones muy duras: el estado soviético hubo de renunciar a Curlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Finlandia, Ucrania y Besarabia. Con ello se aseguró una paz que sólo iba a durar unos pocos meses, pero que permitió reorganizar la producción industrial y el avituallamiento de las ciudades.

El 17 de julio de 1918 fue ejecutada la familia imperial y en el mismo mes se reunió el V Congreso de los Soviets, que elaboró la constitución de la República Socialista Federal Soviética Rusa.

Alejandro Magno en Babilonia

 La Amurallada Babilonia había sido la antigua capital del Imperio Asirio, anexada a Persia por la conquista de Ciro.

El sátrapa o gobernador de Babilonia, al tener noticia de que se acercaba Alejandro, salió a su encuentro para ofrecerle las llaves de la ciudad.

Alejandro llega a Babilonia

Cuando el joven conquistador entró en la soberbia ciudad, antigua capital del imperio, fue recibido como un libertador, hizo su ingreso por un camino especialmente preparado para su recibimiento, adornado con arcos floridos, y flanqueado por fuegos sagrados, entre las aclamaciones de los babilonios. Aposentado ya en el palacio real, que había sido del fugitivo Darío, Alejandro halló en él tan grandioso tesoro que le permitió gratificar no solo a sus oficiales, sino a cada uno de los soldados de su ejército.


Alejandro trata de ganarse la confianza de los persas

La muerte del rey Darío le permite a Alejandro considerarse legítimamente su sucesor. Además de que Oaxartes, hermano del monarca muerto y enemigo de Bessos a quien reputaba su asesinato, se presentó voluntariamente para aclamar a Alejandro como nuevo rey.

Ya como gobernante imperial, Alejandro comenzó a tratar de conquistar no sólo tierras, sino seres humanos. Para ello trató de propiciarse a los persas como había hecho con los egipcios, comenzando por adherir a su religión. Así, en Babilonia hizo sacrificios al dios Marduck y, en cierto modo, lo adjuntó al Olimpo griego. Además, ordenó la inmediata reconstrucción de los templos dedicados a los dioses orientales a los que también ofreció importantes sacrificios.

Como señor ya de un importantísimo imperio, dio una orgullosa proclama, en la que anunciaba solemnemente al pueblo griego su definitiva liberación del vasallaje persa. Para asegurarse aún más su dominación sobre el territorio conquistado, fundó varias ciudades en honor a su nombre llamadas Alejandría, a cuyo frente puso comandos tanto griegos como persas.