¿CÓMO ERA LA VIDA DE UN SOLDADO ROMANO?





Los hombres reclutados prestaban servicios por un periodo máximo de 20 años, pero muchos optaban por permanecer en las filas aún sobrepasando ese límite, porque, habían encontrado en ellas un sentido para sus vidas.




En campaña, la supervivencia era muy dura. La alimentación básica consistía en pan de trigo y agua, a la que en ocasiones de bajas temperaturas se les agregaba vinagre.


El regimiento que era castigado recibía harina de cebada, lo que era un escarnio. Por eso, cuando ingresaban a una ciudad tomada tras un largo sitio o rendida ante la sola presencia de las legiones, sus jefes permitían a sus hombres que se abandonaran al saqueo. Si eran feroces en la lucha, lo eran aún más el la intención de su botín.




Los soldados estaban dispuestos a matar o morir por su Imperio Romano, pero sobre todo a matar o morir por su general. Había una entrañada identificación entre ellos, por eso se dieron en ese tiempo generales victorioso y afortunados en sus aventuras políticas, pues valiéndose de sus fieles hombres accedieron al rango de emperadores. Cuanto mayor la disciplina, tanto mayor parecía ser la fidelidad que suscitaban.

Cuenta al respecto Polibio: "Los hombres se dejan matar defendiendo su posición, a pesar de la aplastante superioridad del enemigo, pues se niegan a abandonar si puesto por temor al castigo que les espera. Hay algunos que han perdido en la contienda su escudo o su espada o alguna otra pieza de su armamento y sin pensar se precipitan en medio de los enemigos para recuperar lo perdido, pues prefieren morir a verse deshonrados ante los ojos de todos y sufrir castigos infamantes".




Plutarco, en su Vidas Paralelas, recuerda la frialdad con la que Flavio Máximo sacrificio a más de 8000 soldados, que habían Sido infamados por su claudicación en la batalla de Cannas ante Aníbal. El general cartaginés se había acantonado en Tarento, y el general romano buscaba la forma de hacerlo salir. Lo halló muy pronto: simplemente hizo formar a los ocho mi infamados por cobardía y deserción y les ordenó cargar sobre un flanco de la ciudad, sabiendo que los mandaba a una muerte segura.
Así fue: las fuerzas de Aníbal hicieron una carnicería, pero Flavio Máximo logró su propósito de hacerlo salir de Tarento. Una victoria táctica obtenida aún precio harto módico para los valores de la época
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Tito Livio, cuenta en su Historia romana, la más terrible de las historias que testimoniaban la inquebrantable disciplina de los ejércitos romanos.
El general Tito Manlio, en su lucha contra los latinos, prohibió absolutamente que ningún soldado abandonara las filas y entablará combate fuera de ellas.




El general envió a su hijo Tito al frente de un pelotón en misión de reconocimiento. El impetuoso joven encontró en el camino a un soldado latino que lo desafió a duelo. Tito olvidó las órdenes de su padre, luchó contra el latino, a quien dio muerte. Orgulloso de su triunfo, despojó al muerto de su escudo, de su espada y de su casco, y con esos atributos de su victoria regresó al campamento, dónde esperó seguramente recibir las felicitaciones de su padre.


Tito Manlio ordenó que se cumpliera lo que había mandado. Hizo formar a su ejército en torno del poste de suplicio, ataron en el al joven Tito y un lictor lo decapitó ante el horror de sus soldados.

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