La vestimenta romana se componía de elementos bastante simples. La prenda básica era la túnica casi siempre sin mangas y ceñida a la cintura, llegaba a las rodillas o a la pantorrilla y se adornaba con una franja de púrpura,llamada clavus, ancha para los senadores y más estrecha para los équites.

La túnica se complementaba con la toga, un amplio manto de lana blanco que envolvía el cuerpo dejando libre el brazo derecho.
Hasta los 16 años, los jóvenes llevaban la toga praetexta (caracterizada por una franja de color púrpura) y sólo después de llegar a la mayoría de edad podía cambiarla por la toga virilis, de color blanco que vestían por primera vez durante una ceremonia especial en la que participaban todos los componentes de la familia.

Las mujeres, en cambio, sobre la túnica llevaban la stola, una prenda de mangas cortas, sujeta a la cintura por un cinturón y con sus pliegues cuidadosamente dispuestos para obtener un efecto elegante.
Al salir de casa se ponían un manto llamado palla, con el que también podían cubrirse la cabeza.
El tipo de calzado para ambos sexos más habitual, eran los calcei, semejantes a botines.

En cuanto a los peinados, en los hombres eran muy simples, ya que por lo general se llevaba corto.
Pero en las mujeres, la moda varió tanto en las distintas épocas que constituye un elemento importante para fechar los bustos y las estatuas femeninos.


Los instrumentos indispensables eran el peina, de bronce, hueso o marfil y el calamistrum, un hierro cóncavo que se usaba para marcar los rizos después de calentarlo sobre las brazas.
Asimismo, era imprescindible el espejo, por lo común cuadrado, de bronce, plata o cristal soplado.

También se empleaba una abundante cantidad de horquillas, lazos, redecillas, pelucas y postizos, que aumentaban la consistencia y el volumen de los peinados.
Joyas y perfumes
La verdadera orfebrería romana nació en el siglo I a.C., cuando los botines de guerra llevaron a Roma, además de obras de arte, perlas y piedras preciosas en cantidades cada vez mayores.
Los collares encontrados en Pompeya, Estabia, Herculano y Oplontis pueden darnos una idea de las joyas más corrientes en los primeros tiempos de la época imperial. Las preferidas eran las combinaciones muy coloridas, aunque no estuvieran muy elaboradas.

Muy apreciados eran los pendientes, inaures, de diversas y variadas formas, Plinio fue quien observó: Hoy se compran las ropas de China, se buscan las perlas en los abismos del Mar Rojo y la esmeralda en las entrañas de la tierra. Y además se ha inventado lo de agujerear las orejas: está claro que no bastaba con llevar las joyas al cuello, entre los cabellos o en las manos, incluso había que clavarlas en el cuerpo.



También la cosmética era objeto de un comercio floreciente. Ungüentos y perfumes se envasaban en elegantes vasijas de cerámica o alabastro, o en botellitas de cristal.

Los romanos los usaron sin mesura ninguna, y sobre todo las mujeres gustaban de dedicar mucho tiempo al maquillaje y la complicada elaboración de mascarillas de belleza, que contenían ingredientes muy variados, desde vegetales hasta distintos compuestos orgánicos, algunos de ellos innominables.

Todos esos afeites se preparaban en platos pequeños o escudillas, como base se usaba el albayade o cerusa, cerussa, mezclado con miel o sustancias grasas; para obtener un colorido más rosado, el albayade se mezclaba con colorantes como el ocre rojo, la espuma de salitre o, mas barato aún,el poso del vino.

Las pestañas y los ojos se realzaban con hollín y los párpados con sombra verde o azul.
Eran una nota de refinamiento los lunares pintados sobre las mejillas y un toque de colorete extendido con un pincel a los lados.

Plinio el Viejo nos ha dejado algunos consejos cosméticos.
Contra las arrugas: Se considera que la leche de burra elimina las arrugas de la piel de la cara y la suaviza y blanquea, y se sabe que algunas mujeres se la aplican en las mejillas siete veces al día, con buen cuidado de respetar ese número de aplicaciones. Fue Popea, la mujer del emperador Nerón, la que inició esta costumbre, incluso usó la leche de burra para el baño, razón por la que en este viaje llevaba consigo una tropilla de burras.
Contra el acné: Las erupciones de acné en la cara, se eliminan aplicando mantequilla, y es mejor si va mezclada con albayalde.
Contra las grietas de la cara: Las grietas de la cara se curan con placenta de vaca aún fresca.
Contras los hongos de la cara: Una cola hecha con genitales de ternero, que se disuelven en vinagre con azufre vivo y se mezcla con una ramita de higuera; se aplica fresca dos veces al día.
FUENTE: Grandes Civilizaciones - Roma Antigua - Auge y decadencia del Imperio Romano - Folio
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