GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA: EL GRAN CAPITÁN

Estratega genial, conquistó para la monarquía española el reino de Nápoles. Pero Fernando el Católico, recelando de su poder, lo condenó al retiro.

Gonzalo Fernández de Córdoba nació en 1453 en el castillo de Aguilar, en Montilla (Córdoba). Su padre, un caballero de la frontera con Granada murió cuando Gonzalo solo tenía 2 años.

El Gran Capitán: Óleo de Eduardo Carrió, siglo XIX. Instituto de España. Madrid


A los 12 años fue nombrado paje del hermanastro de Enrique IV,el infante don Alfonso. Esto parecía una buena apuesta para el futuro de Gonzalo ya que don Alfonso fue proclamado heredero del trono en 1464 y coronado un año después en lugar de Enrique IV. Pero todo se truncó con la prematura muerte del príncipe en 1468.

Ocho años después entraba al servicio de los Reyes Católicos, y en la guerra contra el reino de Granada (1482-1492) se distinguió por su audacia y astucia militar, pero también por sus habilidades diplomáticas, ya que por su amistad con el rey granadino Boabdil y su conocimiento del árabe fue él quien negoció las capitulaciones de la ciudad y el reino.

Rendición de Granada por Francisco Padilla y Ortiz


Al termino de la guerra , Gonzalo se retiró a Illora, donde se dedicó a acrecentar su fortuna y llevó una vida fastuosa y refinada; pero su deseo era retornar al primer plano militar y político.

La oportunidad se le presentó en 1495, cuando Isabel la Católica lo envió a Italia para liderar la lucha contra los ejércitos invasores del francés Carlos VIII.

Su brillante campaña y su exitosa renovación del arte de la guerra, basada en la movilidad de sus cuadros de infantes, le valieron el título de Gran Capitán y así fue llamado tanto por sus soldados como por sus enemigos.

Su carrera y capacidad política hicieron que en 1496 Ferrante II de Nápoles lo nombrara gobernador de varias ciudades de Calabria, y lugarteniente suyo en toda la provincia.

El Gran Capitán ante el papa Alejandro VI


Tras acudir a Roma en auxilio del papa Alejandro VI, en 1498 vuelve a España, donde los Reyes Católicos le dispensaron una recepción triunfal en Zaragoza.

Tras la conquista de Cefalonia por los otomanos en 1500 y por su amenaza de avanzar sobre Venecia, el dogo de la república y Alejandro VI pidieron ayuda a los Reyes Católicos, entrando en escena nuevamente el Gran Capitán quien al año siguiente expulsó a los turcos y liberó la navegación cristiana en el Adriático.

Debido a su exitosa campaña, los Reyes Católicos lo ascendieron al rango de Lugarteniente de Apulia y Calabria.

Tras reanudarse en 1502 la guerra entre España y Francia por la posesión de Nápoles, Fernado Gónzales vuelve a mostrar sus dotes y genio militar dando vuelta el conflicto a su favor con las victorias de Seminara y Ceriñola (1503) y una nueva victoria en el río Garellano terminó por consolidar su enorme reputación. Obligó a los franceses a capitular en Gaeta, a abandonar Nápoles y a aceptar una tregua de tres años mientras el reino permanecía en poder de los Reyes Católicos.


El Gran Capitán tras la batalla de Ceriñola


El Gran Capitán había alcanzado la cúspide de su carrera, ya que su talento militar había conquistado un reino para la corona española y que todo indicaba que él iba a administrar.

Fernando el Católico, que era receloso por naturaleza, había empezado a sospechar de algunos gestos de su general, que parecía comportarse como si él fuera el soberano. Ésta situación se agravó en el momento en que el rey le pidió explicaciones por sus enormes gastos y la orgullosa respuesta que el Gran Capitán le dio al soberano; no obstante en 1505, el monarca lo nombró virrey de Nápoles.

Pero en 1506, tras un viaje que el rey hizo a Nápoles tomó la decisión de destituir al Gran Capitán. Sus celos personales y la decisión de cambiar la forma de gobierno en favor de los barones napolitanos profranceses, lo llevaron a dar ese paso.

Pese a ello trató al Gran Capitán sin desdoro: a los títulos de duque de Terranova y marqués de Santangelo y Bitonto, añadió el de duque de Sessa.

Pese a que nunca había traicionado a su rey, su independencia de criterio lo condenó a un retiro dorado en Loja, acaso el peor destino para él debido a su personalidad.

Unos años después Fernando el Católico volvía a oponerse al pedido de Julio II y Venecia para que Fernando Gonzales dirigiera la las tropas de la Liga Santa creada para combatir a Luis XII.

Finalmente, el Gran Capitán falleció en Granada, acompañado por su familia y algunos amigos, el 2 de diciembre de 1515, sin haber vuelto a participar en política activa.


FUENTE: HISTORIA, National Geographic - Número 40








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