Gaugamela o cuando Alejandro fue Magno

 Cuando Alejandro llegó con su ejército a Gaugamela se encontró con un obstáculo que le impedía atacar de inmediato a las fuerzas persas: el río Tigris. Si hubiera ordenado a sus hombres cruzarlo, éstos hubieran sido diezmados por las flechas persas. Ante este problema, Alejandro pareció retirarse. Pero lo que hizo fue seguir la costa hacia el norte hasta llegar a un lugar en el cual, sin que el enemigo lo advirtiera, pudiera cruzar libremente el río con su ejército.


Se cuenta que, al ver la multitud que constituía el ejército de Darío, Alejandro tuvo momentos de vacilación. Y entonces sus soldados le gritaron "¡Adelante general! Ningún enemigo podrá resistir el hedor a carnero que tenemos encima!.

El ejército enemigo fue tomado por sorpresa. Alejandro atacó el centro del ejército persa donde se hallaba el carro del soberano. Y Darío, después de las primeras escaramuzas, perdió la serenidad y no atinó a reorganizar sus fuerzas.

En el ejército persa comenzó a reinar el mayor desorden. Y cuando la falange macedónica, que había permanecido inmóvil y en silencio en uno de los flancos, se lanzó al ataque en medio de una gritería ensordecedora, el monarca persa emprendió una veloz huida resguardado por su caballería, que ofreció tenaz resistencia impidiendo la persecución de la real persona. La mayoría de los valientes "Inmortales" perecieron en ese encuentro.

En las fuerzas de Alejandro, en cambio, cada hombre tenía una misión precisa que cumplir y no hubiera osado abandonar su puesto de combate hasta que el enemigo hubiera sido derrotado. En Gaugamela se dio el mejor ejemplo de que la buena conducción y la disciplina dan un mejor resultado, que el simple número de efectivos.

Darío, débil y mezquino, abandonando a la escolta que moría por defenderlo, huyó a lomos de un veloz caballo hacia Media donde esperaba no ser perseguido y, más tarde, trató de refugiarse en Ecbatana.

Esta victoria fue muy importante para Alejandro pues tras ella se le entregaron las dos ciudades más importantes de Persia: Babilonia y Susa.

Asentado en el palacio de Babilonia, Alejandro se convirtió en el monarca absoluto del Imperio Persa. Era ya Alejandro Magno, Alejandro el Grande.


Fuentes: Vida de Alejandro Magno


El pueblo Maya y su Juego de Pelota

 El Juego de Pelota también llamado Pok ta' Pok, que fue común en todos los pueblos mesoamericanos y que tuvo su origen unos tres mil años antes de Cristo, entre los mayas cumplía una función ritual.


 Dos equipos, en el cual el número de jugadores variaba según la región se enfrentaban en una cancha cuyas medidas también eran variables (la más grande del Mundo Maya era la de Chichén Itzá, México, con 140 metros de largo por 35 de ancho).

Dos muros paralelos e inclinados corrían a lo largo del campo, uno frente al otro. En cada muro había tres discos, puestos a distancias iguales entre sí, a varios metros del suelo y perpendiculares a éste; eran los marcadores o anillos de piedra.


El juego consistía en lograr que la pelota, la cual llegaba a medir 50 cm de diámetro y a pesar más de un kilo, golpease algún marcador o pasase a través de algún anillo, para lo cual sólo podía impulsársela con los codos, las rodillas y caderas. Habitualmente, el juego terminaba luego de la primera anotación.


Las figuras mayas de jugadores de pelota en acción nos daban una idea de los elementos que componían su traje.

Los jugadores usaban cascos, así como guantes y protectores de piel para rodillas y cadera. Todo esto era esencial para protegerlos de la dura pelota de goma o caucho.

Había muchas creencias sobre el juego de pelota. La violenta competencia era un símbolo de la batalla entre la oscuridad (la noche) y la luz (el día), y también era una representación de la muerte y renacimiento del Sol. La gente también creía que entre más jugaran el juego de pelota, mejor sería la cosecha.


Fuentes:

Nueva Enciclopedia Visual Clarín-Aztecas, Incas y Mayas.

Revista Mundo Maya